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"El nombre hace la cosa", por Josep Giralt

"El nombre hace la cosa", por Josep Giralt

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"El nombre hace la cosa", por Josep Giralt

Muchas veces no prestamos cuidado en cómo utilizamos nuestro léxico, no prestamos atención en la connotación que puede tener una palabra, sea un sustantivo, un adjetivo o incluso un verbo. La palabra que utilizamos para mencionar algo o alguna persona, influye de una forma directa en la forma en que se percibe y se trata a esta persona por el resto de la sociedad. Hemos oído muchas veces a los medios de comunicación titulares como “dos personas magrebíes han atracado a una señora mayor”, en este caso el mensaje subliminal que impacta en la sociedad no es otro que el de generalizar un estigma de delincuencia en las personas de origen magrebí. Del mismo modo, en el caso de las personas con discapacidad, el lenguaje que se utiliza para referirse a él tiene un impacto significativo en su autoestima, su dignidad y su inclusión en la sociedad.

El término "disminuido" o "disminuida" que utiliza nuestra "consagrada" Constitución, que nos dimos entre todos en 1978, se ha utilizado históricamente para referirse a las personas con discapacidad, aunque el adjetivo tenga un carácter peyorativo y despectivo. La palabra "disminuido" sugiere que la persona, o personas, a la que nos referimos es inferior o menos valiosa que alguien sin discapacidad, lo que acaba teniendo un efecto negativo en la autoestima y la confianza de la persona, pero aún más grave, acaba teniendo una percepción negativa por el resto de la sociedad.

Por otra parte, el término "persona con discapacidad" es inclusivo y respetuoso. Este término reconoce que la discapacidad es sólo una parte de la identidad de la persona y no la define como es. En este caso, la discapacidad es un atributo más de la persona, como puede ser el color del cabello, su raza o su altura. Cuando utilizamos esta definición, estamos transmitiendo una visión normalizadora en referencia a sus capacidades y así, de de manera implícita, estamos reconociendo la dignidad de la persona y su valor fomentando la inclusión en la sociedad.

Esta apreciación no es una cuestión de modos o criterios estéticos en la aplicación del lenguaje, al contrario, la lucha de las entidades representativas de la discapacidad por conseguir este cambio de denominación en la Constitución española ha sido larga y ardua. Durante más de 40 años, estas entidades han trabajado incansablemente para conseguir que se reconozca la dignidad y el valor de las personas con discapacidad en la Constitución. La lucha ha sido difícil, pero finalmente, después de demasiados años de trabajo, se ha logrado el cambio de denominación de “persona disminuida” por “persona con discapacidad”.

Durante demasiados años, las personas con discapacidad han sido marginadas y discriminadas en la sociedad española. La falta de reconocimiento de sus derechos y dignidad ha sido una de las principales barreras para su inclusión en la sociedad. Nunca debemos olvidar que la Constitución española es el documento fundamental que rige el funcionamiento del Estado y establece los derechos y deberes de sus ciudadanos. Por tanto, es esencial que la Constitución sea rectificada para reflejar los valores y principios éticos de la sociedad y no desprecie a ningún colectivo del país.

Por tanto, es de vital importancia que nuestros políticos hayan comprendido la importancia de este cambio de denominación y hayan decidido garantizar que se respeten los derechos y la dignidad de las personas con discapacidad en todos los ámbitos de la sociedad. En este sentido quiero recordar un lema del Presidente Pascual Maragall que decía "El nivel de desarrollo de un país, se mide por la forma en que trata a los colectivos más vulnerables de su población". La inclusión de las personas con discapacidad en la sociedad es esencial para el desarrollo sostenible y la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Es esencial que la clase política comprenda la importancia de este cambio y trabaje para garantizar que se respeten los derechos y la dignidad de las personas en todos los ámbitos de la sociedad. Te lo mires como te lo mires, la discapacidad no es, ni debe ser nunca, un obstáculo para el éxito del proyecto de vida de la persona.

Por tanto, este cambio en el artículo 49 de la Constitución española para sustituir la palabra "disminuidos" por "personas con discapacidad" es un paso trascendental en la lucha por la inclusión y la dignidad de las personas con discapacidad.

Josep Giralt Lladanosa

Giralt