Un estudio revela que las mujeres y las personas mayores con lesión medular experimentan más barreras para la práctica de actividad física en el ocio
Un estudio revela que las mujeres y las personas mayores con lesión medular experimentan más barreras para la práctica de actividad física en el ocio
La falta de actividad física puede comportar serios problemas de salud, especialmente en las personas que tienen una lesión medular, por lo que la implementación de programas de promoción de la actividad física en el tiempo libre es crucial en este colectivo . Un estudio del Institut Guttmann, en el que también han participado la Universidad de Valencia y la Universidad Autónoma de Barcelona, ha analizado por primera vez como la independencia funcional (entendida como la capacidad de una persona para realizar las actividades de la vida diaria de forma independiente, sin soporte) modera la relación entre las barreras socio-ecológicas y la actividad física en las personas en silla de ruedas a causa de una lesión medular. Según los resultados, publicados en la revista Archives of Physicial Medicine and Rehabilitation, las mujeres y las personas mayores experimentan más barreras en este ámbito y, en consecuencia, es importante diseñar programas específicos para potenciar en ellas la actividad física.
El estudio se realizó con 207 personas en silla de ruedas sin afectación cognitiva, entre 18 y 65 años y con más de un año de lesión. El 22,7% eran mujeres, con una media de edad de la cohorte de 47,5 años. Por lo general, se detectó una alta prevalencia de barreras para la actividad física en el ocio (AFL): de un total de 29 barreras, 18 fueron reportadas por más del 40% de los participantes y, entre ellas, 7 fueron reportadas por más del 60%. Estas 7 barreras predominantes se clasifican de la siguiente manera: 2 intrapersonales (“tener dolor” y “estar cansado”), 3 organizacionales (“falta de adaptación de los espacios exteriores”, “carece de programas o actividades adaptados en los centros de deporte” y “coste económico demasiado elevado”) y 2 comunitarias (“baches a la calle, aceras o plazas de estacionamiento” y “aceras inaccesibles”).
En cuanto a la severidad, las barreras que fueron calificadas más a menudo como “importantes” fueron la falta de vestuarios y duchas accesibles en los centros deportivos; la falta de marketing inclusivo en los centros; la falta de transporte adaptado para llegar a los centros; la falta de programas y actividades adaptadas a los centros y aceras inaccesibles.
Comunicación efectiva de los beneficios de la actividad física
Según los resultados obtenidos, las personas participantes con menor independencia funcional (IF) y las mujeres perciben más barreras intrapersonales y organizacionales. El investigador del Institut Guttmann Àlex Castan, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y primer autor del artículo, indica que las principales barreras intrapersonales son el dolor y la fatiga. “Paradójicamente, la actividad física puede ser útil para reducir ambas cosas, por lo que es importante que los profesionales de la actividad física adopten estrategias para comunicar de forma efectiva el rol de la actividad física en el ocio para mejorar estos dos factores”, añade.
En cuanto a las barreras interpersonales, afectan más a las personas mayores y con menos IF, mientras que las barreras comunitarias son mayores para las personas que no tienen trabajo. “Eso podría ser porque las personas con un trabajo remunerado generalmente tienen más dinero y pueden vivir en zonas más accesibles. Además, suelen tener mayor independencia funcional, lo que repercute en una menor percepción de barreras”, explica Castan. En este sentido, el investigador apunta que “el equipamiento para trabajar en casa y las aplicaciones para realizar actividad física en remoto pueden ser una buena alternativa porque son mejores que la inactividad, pero no proveen de todo el beneficio potencial de la actividad física, ya que se pierde su dimensión social”.
Todo ello indica que el desarrollo de intervenciones para hacer frente a las barreras socio-ecológicas en la AFL deben tener en cuenta factores sociodemográficos y el nivel de independencia funcional de la persona. Esto se traduce, según los autores, al poner una atención extra en los programas dirigidos a colectivos determinados.
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